El bloqueo político en España: cuando el ego pesa más que el bienestar ciudadano

En los últimos años, la política española ha entrado en una espiral peligrosa: la oposición ha hecho del bloqueo sistemático su seña de identidad. Da igual la medida, su alcance o el beneficio que pueda traer a la ciudadanía: si no viene firmada con su sello, se convierte automáticamente en un objetivo a tumbar.

El resultado es claro: cuatro años de pasotismo y parálisis. Cuatro años en los que miles de propuestas que podrían mejorar la vida de millones de españoles quedan en un cajón, sacrificadas en nombre de la estrategia partidista. Y mientras tanto, los problemas del país siguen agravándose.

Ego vs. interés general

Lo que debería ser un debate de ideas y propuestas se ha convertido en una batalla de egos. Para ciertos partidos de oposición, importa más erosionar al Gobierno que resolver los problemas de los ciudadanos. El cálculo es sencillo (y perverso): si el país empeora, mejor para ellos, porque podrán presentarse como “la alternativa” en las siguientes elecciones.

Pero, ¿qué imagen dan cuando bloquean medidas que beneficiarían a millones de trabajadores, familias o pequeños empresarios? ¿De verdad alguien puede creer que están preparados para gobernar un país cuando han pasado cuatro años actuando como una losa sobre cualquier intento de innovación?

Ejemplos de bloqueo durante este mandato

  • Reducción de la jornada laboral a 37,5 horas: tumbada con los votos de PP, Vox y Junts. Con ella se fueron también medidas contra las horas extra no pagadas. Un golpe directo a la conciliación y a 12 millones de trabajadores.
  • Presupuestos Generales del Estado: bloqueados dos años seguidos. Esto significa inversiones sociales congeladas, políticas verdes paralizadas y oportunidades perdidas para modernizar el país.
  • Reformas fiscales progresivas: votadas sistemáticamente en contra. La derecha prefirió alinearse con grandes fortunas y empresas energéticas antes que permitir mayor justicia fiscal.
  • Decreto “antiapagón” y planes de energías renovables: frenados en plena crisis climática y tras un apagón eléctrico nacional. La política a corto plazo pesó más que la seguridad energética de todos.
  • Protección de los menores en Internet: Vox intentó bloquearla y el PP se abstuvo. Una ley pionera en Europa para blindar a los niños en entornos digitales casi se ve torpedeada por simple postureo ideológico.

La lista podría seguir: justicia digital, oficina anticorrupción, transición ecológica, políticas de vivienda… todas arrastran la misma sombra: la obsesión por el bloqueo.

Consecuencias reales

No hablamos de simples rifirrafes parlamentarios. Cada medida que no sale adelante tiene un coste real para la gente:

  • Trabajadores que siguen sin registrar sus horas de forma justa.
  • Familias que ven congeladas ayudas o becas.
  • Jóvenes que siguen expuestos sin protección en Internet.
  • Millones en inversión verde que nunca llegaron a materializarse.

Todo porque ciertos partidos decidieron que desgastar al Gobierno era más importante que proteger a los ciudadanos.

¿Así quieren gobernar?

La gran paradoja es que, con esta estrategia, la oposición pretende luego presentarse como opción de gobierno. Pero, ¿qué confianza puede generar en el electorado alguien que ha demostrado que su prioridad no es el bienestar común, sino su propio rédito electoral?

La política no debería ir de quién firma la medida, sino de si beneficia o perjudica al conjunto de la sociedad. Bloquear por bloquear es condenar al país al retroceso.

Y mientras los partidos juegan a ver quién gana la guerra del relato, los españoles pierden cada día oportunidades de vivir mejor.

Etiquetado:

Deje un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *