Intel, que durante décadas fue sinónimo de innovación y poder en la industria de los semiconductores, atraviesa en 2025 uno de sus peores momentos. La compañía que dominó el mercado de los ordenadores personales y servidores se encuentra hoy en mínimos históricos en bolsa, con la competencia por encima y una larga lista de oportunidades perdidas que explican su declive.
Caída bursátil y pérdida de confianza
En 2021, las acciones de Intel rondaban los 62 USD. Hoy, apenas superan los 25 USD, una caída de más del 60% en pocos años. Esta debacle ha erosionado la confianza de los inversores, que ven cómo el gigante que lideró el mundo del silicio ya no consigue mantener el ritmo frente a rivales como AMD, Nvidia o TSMC.
Aunque recientemente ha recibido una inyección de capital por parte de SoftBank (2.000 millones de dólares por un 2% de la compañía) y se rumorea incluso con una participación del 10% por parte del gobierno de EE. UU., muchos analistas consideran que estas maniobras son apenas un parche temporal. Sin liderazgo tecnológico claro, el dinero puede comprar tiempo… pero no futuro.
Los errores que marcaron su caída
La situación actual de Intel no se explica solo por la presión de la competencia, sino también por decisiones estratégicas que marcaron su rumbo:
- No entrar en el mundo de los smartphones. En su momento rechazó fabricar chips para el primer iPhone, dejando el terreno libre a Qualcomm y ARM, que terminaron por liderar la revolución móvil. Sus propios intentos (como los procesadores Atom o las plataformas Broxton) fracasaron y fueron cancelados.
- Rezago tecnológico. Mientras TSMC y Samsung avanzaban a pasos agigantados en la miniaturización de procesos, Intel se quedó atascada en su propio modelo de producción. Esto permitió que AMD recuperara terreno en CPUs y que Nvidia se adueñara del boom de la inteligencia artificial.
- Liderazgo cuestionado. Bajo la gestión de Pat Gelsinger se anunció un ambicioso plan de recuperación, pero los resultados fueron lentos y costosos. La falta de ejecución efectiva acabó en pérdida de confianza y en su salida del puesto de CEO en 2024.
¿Qué queda de Intel?
A pesar de todo, Intel sigue siendo un actor clave: domina cerca del 68% del mercado de procesadores x86 en PCs y conserva acuerdos estratégicos con fabricantes. Pero esa base es cada vez más frágil, y en un mundo dominado por la movilidad, la nube y la inteligencia artificial, quedarse en el terreno de los ordenadores ya no es suficiente.
La lección es clara: no adaptarse a tiempo puede costar incluso a los gigantes más poderosos. Intel aún tiene opciones de reinventarse, pero necesita algo más que rescates financieros. Si quiere volver a liderar, tendrá que arriesgar en nuevas áreas y recuperar la agilidad que perdió cuando dejó escapar el tren de los smartphones.
Deja una respuesta