De los éxitos globales a las turbulencias recientes
Fundada en 1986 por la familia Guillemot, Ubisoft construyó un legado en torno a franquicias legendarias como Prince of Persia, Assassin’s Creed, Far Cry, Rainbow Six, Just Dance o Ghost Recon. Estas sagas han vendido cientos de millones de copias y generado miles de millones en ingresos, consolidando a la compañía francesa como un referente del entretenimiento digital.
Pero la realidad actual dista mucho de esos tiempos dorados. Tras años de altibajos creativos, caídas en bolsa y proyectos retrasados, Ubisoft atraviesa en 2025 uno de los momentos más críticos de su historia.
Una reestructuración que cambia el tablero
El anuncio más importante llegó en marzo de 2025: Ubisoft decidió agrupar sus franquicias más valiosas (Assassin’s Creed, Far Cry y Rainbow Six) en una nueva subsidiaria valorada en 4.000 millones de euros. Tencent adquirió un 25% de participación en esta filial, inyectando capital fresco a cambio de un rol minoritario.
Con este movimiento, la compañía busca garantizar liquidez sin perder el control y, sobre todo, “cristalizar” el valor de sus sagas estrella en un mercado cada vez más dominado por servicios y mega-franquicias. Sin embargo, la operación también ha sido vista como una maniobra defensiva: un intento de ganar tiempo en medio de resultados mediocres y acciones en mínimos históricos (9-10 € en agosto de 2025, un desplome del 80% respecto a los picos de 2018).
El relevo en la cúpula: la apuesta por la familia
Uno de los puntos más controvertidos de esta nueva etapa es el ascenso del hijo de Yves Guillemot a posiciones de mayor responsabilidad directiva. Aunque su incorporación asegura continuidad dentro de la familia fundadora, el historial de gestión del joven ejecutivo no ha convencido a todos.
Su trayectoria en proyectos anteriores ha dejado un sabor agridulce: escasos beneficios y decisiones estratégicas que no lograron generar el impacto esperado. Críticos señalan que este relevo parece más un movimiento de sucesión familiar que una apuesta real por el talento renovador que muchos creen necesario. En un momento en que Ubisoft necesita recuperar la confianza de jugadores e inversores, la elección del heredero genera más dudas que certezas.
Tropiezos recientes y pérdida de confianza
Los últimos años no han ayudado a reforzar la imagen de la compañía. El fiasco de Ghost Recon: Breakpoint en 2019, los múltiples retrasos de proyectos como Skull & Bones o Beyond Good & Evil 2, y lanzamientos que no lograron cumplir las expectativas —como Star Wars Outlaws en 2025— han deteriorado la confianza del mercado.
En bolsa, el golpe ha sido durísimo: las acciones de Ubisoft han pasado de rozar los 100 € en 2018 a cotizar en apenas 9-10 € en agosto de 2025. Esto supone una pérdida de más del 80% de su valor en menos de una década, situando a la compañía en mínimos históricos.
La reestructuración corporativa: un cambio necesario
Consciente de que la fórmula tradicional ya no basta, Ubisoft anunció una reestructuración clave: la creación de la nueva filial que agrupa sus IPs más fuertes, con Tencent como socio estratégico. El plan apunta a convertir sus franquicias estrella en plataformas permanentes, con modelos live service y expansiones constantes que aseguren ingresos recurrentes.
La apuesta es arriesgada, pero también puede marcar un punto de inflexión. La propia Ubisoft ha reconocido que 2025 será un año de transición con beneficios mínimos, mientras que 2026 está proyectado como el año de estabilización.
Lo que está claro es que la compañía se encuentra en una encrucijada: o logra reinventarse y recuperar su posición en la industria, o corre el riesgo de quedar atrapada en la sombra de su propio legado.
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