En el universo del baloncesto hay actuaciones que se graban a fuego en la memoria colectiva. Jugadas que no solo definen un partido, sino que trascienden el tiempo y se convierten en leyenda. Una de esas noches mágicas ocurrió el 9 de diciembre de 2004, cuando Tracy McGrady, vistiendo la camiseta de los Houston Rockets, protagonizó uno de los momentos más increíbles en la historia de la NBA: 13 puntos en 33 segundos para darle la vuelta a un partido prácticamente perdido frente a los San Antonio Spurs.
El contexto
Faltaban 35 segundos y los Rockets perdían 68-76. El pabellón ya empezaba a vaciarse, muchos daban el partido por sentenciado. Pero T-Mac tenía otros planes.
La secuencia mágica
- 00:35 – McGrady anota un triple con marca encima.
- 00:24 – Tras recuperar el balón, lanza otro triple en caída con falta incluida (jugada de 4 puntos).
- 00:11 – Otro triple brutal, esta vez frente a Duncan.
- 00:01 – Roba el balón tras un saque mal ejecutado de los Spurs y anota el cuarto triple consecutivo para sellar la remontada (81-80). El Toyota Center estalla.
En apenas 33 segundos, McGrady firmó una remontada que parecía irreal incluso para un guión de Hollywood. La defensa de los Spurs, famosa por su solidez, no pudo hacer nada ante la explosión de talento y determinación de uno de los anotadores más finos que ha visto la liga.
Más que una victoria
Esa noche no solo se celebró una victoria imposible. Se celebró el poder de un jugador para cambiar el destino de un partido con pura inspiración. Una noche donde se demostró que en el deporte nunca hay que rendirse hasta el último segundo.
McGrady nunca ganó un anillo, pero momentos como este son los que definen a una estrella eterna.
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